Una tradición que mantiene vivo a los
muertos, son los festejos tlaxcaltecas dedicados a los fieles difuntos. Año con
año, del 28 de octubre al 2 de noviembre, los seres queridos que ya partieron
vuelven a convivir con sus familiares y amigos. Para la ocasión, en las casas
se preparan altares con las fotos y los objetos consentidos de los difuntos, se
adornan con flores, papel picado, velas y veladoras, se colocan las bebidas y
platillos que más le gustaban y un camino con flores y veladoras para que
lleguen a disfrutar de sus ofrendas
Los vivos también los van a visitar a
los panteones, donde adornan sus tumbas, con flores, platican con ellos, rezan
y los invitan a ir a disfrutar sus ofrendas. Los panteones se llenan de vida y
color; el aroma de las flores, los rezos y la fe hacen sentir la presencia de
sus muertos. Tlaxcala se viste de flores y ofrendas. En la plaza de la
Constitución de la ciudad de la capital, se lleva acabo el concurso estatal de
ofrendas, donde artistas plásticos, escuelas y población en general las dedican
a personajes locales y nacionales.
Mención especial merece el panteón del pueblo otomí de San Juan Ixtenco.
Su antiquísima capilla y arco principal del siglo XVI, sus tumbas repletas de
margaritas, nubes y cempazúchitl, más la imponente vista del volcan
Matlacueyétl o La Malinche y el cielo limpio y azul típico de Tlaxcala, lo
convierte en un espectáculo mágico y místico.
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